A velez, ganar por placer no lo desgasta

Lejos de representar un desgaste excesivo por un calendario que no le da tregua, partidos como el de ayer le sirven a Vélez para reafirmar convicciones futbolísticas y gustarse un poco más. El cansancio disminuye cuando hay placer en lo que se hace y esa labor viene acompañada por la recompensa de un buen resultado. Este Vélez está encantado de ser como es y sus hinchas lo viven piropeando, seducidos por varias individualidades que les hacen el verso con la pelota. Casi que agradecen esta secuencia de dos partidos por semana, entre Clausura y Copa Libertadores, para que así no deban esperar tanto en volver a verlo.

Gareca puso el equipo completo, algo muy cercano a la formación ideal, a la cual le sobraron titulares para vencer a este Gimnasia tan digno como infinitamente inferior. Vélez hizo suyo el partido de principio a fin. Se sintió tan cómodo y dominante que remoloneó para definirlo, para establecer una diferencia que lo dejara a salvo de los imponderables del fútbol. Su juego y funcionamiento le daban tantas certezas que no se obsesionó con el resultado. Se movió con la seguridad del que sabe que va a ganar.

Encuentros como el de Liniers son más propios de la Liga de España, donde hay diferencias insalvables entre los equipos de elite y los que andan con lo justo y un poco menos, que del campeonato argentino, en el que las jerarquías están bastante difuminadas. Mientras Vélez es un conjunto bien ensamblado desde hace tiempo y está sobrado de recursos, Gimnasia está hecho de retazos, en continua reformulación. Vélez sigue una línea que lleva más de dos años, en intérpretes y estilo de juego. Este Gimnasia busca otra orientación de la que hasta hace un mes le daba Cappa. Cambió la mitad de la formación, en la que siguen apareciendo algunos juveniles, y se inclinó hacia una propuesta más combativa, con la idea de que los descuidos defensivos no le cuesten más puntos.

Vélez es un listón demasiado alto para medir el estado y la posible recuperación de Gimnasia, que fue a Liniers con el único propósito de protegerse y rescatar un empate que, después de bastante tiempo, lo hubiera puesto un punto por encima de Huracán y sacado de la zona de descenso directo. No pudo y no aguantó. Hay un dato por demás descriptivo de lo que fueron sus limitaciones, especialmente del medio campo hacia adelante: Barovero recién tuvo que exigirse con una volada a los 43 minutos del segundo tiempo para sacar un cabezazo de... su compañero Ortiz, en un despeje defectuoso. Unos minutos después, en tiempo de descuento, el arquero de Vélez sí salió del aburrimiento por mérito del rival, al desviar un remate de Córdoba.

Vélez no fue una aplanadora, pero sí siempre tuvo las riendas del desarrollo. Controló campo y pelota ante un rival que iba de un lado a otro en su terreno para no dejar huecos libres. Aislados quedaban Barros Schelotto -blanco predilecto de las burlas de los hinchas locales por una rivalidad que data del título que el Fortín obtuvo en 1993- y Graf.

Zapata maneja la cartografía del juego de Vélez. Es el que da la orientación, el que ve al compañero mejor ubicado, el que hace un cambio de frente cuando es oportuno, el que busca las espaldas de los centrales con una asistencia. Es un metrónomo instalado en el medio. Poco queda de aquel carrilero un tanto atropellado; se reconvirtió en un jugador mucho más completo, pensante y al servicio de las necesidades colectivas.

Mientras Zapata oficia de maestro mayor de obra, bien secundado por Razzotti y Augusto Fernández, la fantasía y la creatividad corren por cuenta de Martínez, Moralez y Silva. El uruguayo creó un personaje entre una calculada displicencia y sus apariciones geniales. Zapata lo buscó con un pase frontal y Silva resolvió con una artística emboquillada de zurda desde fuera del área.

Al margen de las interesantes condiciones y agallas del juvenil Alan Ruiz, Gimnasia evitó una goleada por un puñado de buenas intervenciones de Monetti. Moralez (tras un agarrón de Benítez a Martínez) puso cifras más lógicas al triunfo con un penal. Mas que cansarse, Vélez recarga las baterías.

El Indio Ortiz perdió el invicto en tres partidos en el Lobo
Darío Ortiz, secundado por Ariel Pereyra y Favio Fernández, había debutado hace tres fechas, en reemplazo de Ángel Cappa, con un 2 a 2 frente a Quilmes. Luego superó 2 a 0 a Banfield. Ayer sufrió la primera derrota.

Tres suspendidos por llegar a la quinta tarjeta amarilla
Por alcanzar el límite de amonestaciones, Augusto Fernández no estará en Vélez ante Tigre, en la próxima fecha. En Gimnasia, Lucas Castro y Jorge Córdoba deberán cumplir una fecha de suspensión frente a Godoy Cruz.

Camisetas conmemorativas para Papa y Domínguez
Papa -foto-, que se incorporó al club en 2007, recibió de los dirigentes una casaca enmarcada al cumplir ayer 150 partidos en Vélez. Sebastián Domínguez (llegó en 2009) fue distinguido de la misma manera por haber alcanzado los 100 encuentros.

Fuente Diario La Nacion