Envuelto para regalo

En la porteñísima esquina de Reconquista y Bartolomé Mitre, las hileras de personas que entran y salen de bancos y oficinas inundan el espacio. Al levantar la vista por sobre la muchedumbre, sobre Bartolomé Mitre y en dirección a San Martín, aparece, completamente recuperada, la fachada clásica de un viejo edificio que se impone entre los demás que componen la cuadra. Llama la atención que su frente, de valor patrimonial, está protegido por una segunda piel de vidrio, montada sobre una estructura metálica. La descripción corresponde a un bloque de oficinas proyectado por el estudio Berdichevsky Cherny Arquitectos, y recientemente inaugurado como el edificio corporativo del Banco Supervielle.


“El proyecto nos llegó por un viejo cliente nuestro, dueño de ese terreno”, comparte el arquitecto Carlos Berdichevsky, y explica que el encargo fue un edificio de oficinas para renta, alquilable por plantas. En el terreno, cuyo fondo se toca con el lote que ocupa la Catedral Metropolitana, se levantaba un viejo edificio, en muy mal estado, perteneciente a la quiebra del ex Banco de Italia. “Estaba destruido por dentro y con un grave peligro estructural”, recuerda Berdichevsky y cuenta que a partir de los estudios y ensayos correspondientes, la decisión fue que debía demolerse.


Como se encontraba inserto en una zona de protección patrimonial, el acuerdo al que se arribó fue un permiso para demolerlo y reconstruir su volumen interior, siempre y cuando se mantuviera la fachada. En esta dirección, el bloque resultante es volumétricamente similar al original. Espacialmente, sus plantas tienen una altura mayor a la convencional, ya que hubo que acomodarlas y organizarlas según lo que marcaban los aventanamientos del frente. “Hubo que amoldar el edificio al ‘cubaje’ y a la fachada existentes”, dice al respecto su autor. El nuevo edificio, entre medianeras, ocupa el terreno casi en su totalidad y libera espacio en el fondo, con un patio. Cuenta el arquitecto que lo que se buscó fue hacer una arquitectura con alguna característica similar o referencia a la que ya había. “El edificio existente tenía un atrio que atravesaba todas las plantas, por lo que nos pareció bien recrearlo con un lenguaje moderno”. Este espacio ocupa el centro de la planta y lo atraviesa de piso a cubierta evidenciando los niveles internos y llevando luz al corazón de todos los niveles.


El atrio es un megaespacio, con techo de vidrio y siete niveles de altura, íntegramente revestido con perfiles de vidrio autoportante “U Glass”. Para el arquitecto, se logra así una espacialidad más que interesante: “las plantas reciben iluminación en su parte trasera desde el patio, adelante por la fachada y en el centro desde el atrio, que funciona también como un gran patio-linterna”.


La pregunta que surge es cómo un edificio cuyo proyecto se pensó para que fuese alquilado por plantas, en forma independiente, haya sido finalmente elegido por una sola empresa para montar su sede. Precisamente, para Berdichevsky, fue la aparición del atrio interno y central lo que hizo que el edificio tomase la característica de un bloque corporativo. “Si bien no fue el encargo, era ideal para una única empresa por su carácter iconográfico, bien impactante”.


El edificio integra siete plantas libres de oficinas: primer subsuelo, planta baja de acceso y oficinas, un entrepiso y cinco plantas superiores. En el segundo subsuelo se resuelven los estacionamientos y los servicios. El acceso se da a través de un gran hall semicubierto y de doble altura, que conduce al atrio central. En su fondo, el atrio alberga al núcleo de circulación vertical, con ascensores que permiten vistas abiertas gracias a sus frentes de vidrio. A su vez, los palieres de cada planta balconean al atrio, en una organización similar a la que exhibe el Hotel Hilton de Puerto Madero, proyecto de Mario Roberto Alvarez.


El arquitecto agrega que el comitente, “una persona a la que le apasiona la arquitectura”, les encomendó que se hiciese un buen edificio. “Quería un edificio que no fuera estándar, sino uno con la máxima calidad arquitectónica”, dice. Por eso, reconoce que el bloque resultante no sacó su máximo rédito en relación con los metros cuadrados. “Podríamos haber hecho, incluso, usando otro criterio de fachada, a lo mejor, un nivel más”, reconoce. “O haber cubierto con más metros el lugar que hoy ocupa el atrio”, agrega.


Constructivamente, el edificio se hizo con técnicas tradicionales, y es de hormigón con carpinterías de aluminio. La fachada existente fue completamente recuperada y tratada con revestimiento cementicio símil piedra París. Se reemplazaron las carpinterías por otras nuevas y se le hizo una instalación para iluminarla. “Por último, le colocamos una especie de mampara de vidrio por delante, montada sobre una estructura metálica”, describe el arquitecto. Lo que se buscó con esta segunda piel fue proteger la fachada. Además, se produce una ventilación de aire a través de la doble piel y se genera también una suerte de protección acústica.


Pero, lo más importante para el arquitecto, es que brinda una lectura de diálogo entre un edificio contemporáneo y un edificio existente. Para él, la ciudad se renueva, se modifica. Se rehabilitan sus tejidos urbanos y se regeneran sus usos. Los edificios se reciclan y actualizan, lo que constituye el mejor modo de valorizar el patrimonio. “Conservar la memoria a través del patrimonio construido es alimentar las señas de identidad, mediante su adaptación a nuevos usos”, culmina.

Fuente: Clarin

mira vos ... xD

mmm.. no se q pensar.