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Planes de estudio controvertidos
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Planes de estudio controvertidos
Es más importante conocer a fondo la Constitución que incorporar a los programas los métodos de protesta social
Una justificada reacción provocó la inclusión de ciertos contenidos en el programa de Política y Ciudadanía, asignatura del quinto año de estudios de las escuelas secundarias de la provincia bonaerense. Los puntos especialmente irritantes fueron los referidos a los escraches, los piquetes y otras formas de protesta social, que contrarían expresos derechos constitucionales, incorporados en un apartado titulado "Cómo hacer política en la escuela".
La novedad provocó una sorpresa chocante y abrió una serie de interrogantes y críticas, razón por la cual el gobernador Daniel Scioli pidió en su momento que se aclarase lo que estaba confuso y quedase precisado que el gobierno provincial estaba en desacuerdo con los comportamientos que violan la ley.
Pero la actitud de las autoridades del área educativa no modificó el programa en debate. Las explicaciones vertidas no resultaron satisfactorias y, en cierto sentido, se presumió ingenuidad de parte del público, docentes y alumnos.
Afirmar que la materia no tiene ningún sesgo ni orientación política, como lo hizo el director general de Cultura y Educación, Mario Oporto, o anticipar que los citados temas se explicarían sin emitir opinión y que se guiaría a los alumnos para recurrir a una bibliografía seleccionada a fin de comprender esas formas de protesta, como sostuvo la directora de Educación Secundaria, Claudia Bracchi, implica un camino largo para entender una problemática actual reiterada y, a la vez, asociada con acciones claramente ilegales.
Lo que se necesita destacar para la formación del ciudadano es la demanda de que aun para protestar o reclamar deben respetarse leyes y normas cuyo fundamento reside en la Constitución nacional, cuyo texto es de esperar que se encuentre incluido en la bibliografía seleccionada que consultarán los alumnos.
La gran cuestión latente sería preguntarse por qué un gobierno nacido de la legalidad de un proceso democrático alienta o tolera comportamientos sociales ajenos al Estado de Derecho.
Los temas introducidos son accesorios. Lo verdaderamente significativo es que los alumnos conozcan los cauces institucionales por donde debe canalizarse la solución de los conflictos.
En tiempos violentos como los que vivimos, la educación tiene que avanzar en la conciencia de los valores representados en el respeto a la ley. Ese es un paso indispensable para la formación del ciudadano que, de lo contrario, se ve presionado por un contexto social en el cual se avanza hacia un estado anómico, donde todo vale y el orden jurídico es marginado.
No es extraño, pues, que la incorporación curricular que comentamos sea considerada por muchos un medio ideologizante apto para incitar voluntades juveniles. De ahí que sea oportuna la reacción temprana observada que busca prevenir daños posteriores.
La escuela tiene un rol primordial, pero no único en la formación del ciudadano. Mucho de la experiencia social del menor puede influir adversamente en su desarrollo. La tarea pedagógica es poner de relieve el valor del deber ser de la Constitución y las leyes, y no formas de protesta que, si bien son conocidas, en nada ayudan a la formación ciudadana de los adolescentes.
Fuente:LaNacion
Una justificada reacción provocó la inclusión de ciertos contenidos en el programa de Política y Ciudadanía, asignatura del quinto año de estudios de las escuelas secundarias de la provincia bonaerense. Los puntos especialmente irritantes fueron los referidos a los escraches, los piquetes y otras formas de protesta social, que contrarían expresos derechos constitucionales, incorporados en un apartado titulado "Cómo hacer política en la escuela".
La novedad provocó una sorpresa chocante y abrió una serie de interrogantes y críticas, razón por la cual el gobernador Daniel Scioli pidió en su momento que se aclarase lo que estaba confuso y quedase precisado que el gobierno provincial estaba en desacuerdo con los comportamientos que violan la ley.
Pero la actitud de las autoridades del área educativa no modificó el programa en debate. Las explicaciones vertidas no resultaron satisfactorias y, en cierto sentido, se presumió ingenuidad de parte del público, docentes y alumnos.
Afirmar que la materia no tiene ningún sesgo ni orientación política, como lo hizo el director general de Cultura y Educación, Mario Oporto, o anticipar que los citados temas se explicarían sin emitir opinión y que se guiaría a los alumnos para recurrir a una bibliografía seleccionada a fin de comprender esas formas de protesta, como sostuvo la directora de Educación Secundaria, Claudia Bracchi, implica un camino largo para entender una problemática actual reiterada y, a la vez, asociada con acciones claramente ilegales.
Lo que se necesita destacar para la formación del ciudadano es la demanda de que aun para protestar o reclamar deben respetarse leyes y normas cuyo fundamento reside en la Constitución nacional, cuyo texto es de esperar que se encuentre incluido en la bibliografía seleccionada que consultarán los alumnos.
La gran cuestión latente sería preguntarse por qué un gobierno nacido de la legalidad de un proceso democrático alienta o tolera comportamientos sociales ajenos al Estado de Derecho.
Los temas introducidos son accesorios. Lo verdaderamente significativo es que los alumnos conozcan los cauces institucionales por donde debe canalizarse la solución de los conflictos.
En tiempos violentos como los que vivimos, la educación tiene que avanzar en la conciencia de los valores representados en el respeto a la ley. Ese es un paso indispensable para la formación del ciudadano que, de lo contrario, se ve presionado por un contexto social en el cual se avanza hacia un estado anómico, donde todo vale y el orden jurídico es marginado.
No es extraño, pues, que la incorporación curricular que comentamos sea considerada por muchos un medio ideologizante apto para incitar voluntades juveniles. De ahí que sea oportuna la reacción temprana observada que busca prevenir daños posteriores.
La escuela tiene un rol primordial, pero no único en la formación del ciudadano. Mucho de la experiencia social del menor puede influir adversamente en su desarrollo. La tarea pedagógica es poner de relieve el valor del deber ser de la Constitución y las leyes, y no formas de protesta que, si bien son conocidas, en nada ayudan a la formación ciudadana de los adolescentes.
Fuente:LaNacion
patogomez- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 14/04/2011
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