La nueva superestrella

Adele. Con dos temas y dos álbumes en el Top 5 al mismo tiempo, a los 22 años no para de quebrar récords.

SOUL BLANCO. CON SÓLO DOS ÁLBUMES, LA CANTANTE BRITÁNICA YA ES FIGURA.

Es un sábado ventoso de fines de febrero en Nueva York, y Adele, la cantante londinense de 22 años cuyo nombre completo es Adele Adkins, que acaba de lanzar su segundo CD, 21, puede caminar por el lobby de un hotel elegante de Manhattan y pasar inadvertida. O casi.
“Ventoso”, dice Adele, acercándose desde atrás y pronunciando la última palabra moderada que voy a escuchar de su boca en los próximos días. La suya es una voz que se hace notar, un cockney cerrado en Greenwich Village.
En sus shows en vivo, los comentarios de Adele sobre el escenario se han hecho famosos, en su mayoría son generosos y guarangos, interrumpidos por risotadas obscenas.
“En el escenario no puedo dejar de hablar. Trato de decirle a mi cerebro: dejá de mandarme palabras a la boca. Pero me pongo nerviosa y me convierto en mi abuela.”
Adele creció primero en Tottenham, y después más al sur, en Lambeth, como hija única de Penny, quien la llevó a ver a The Cure en Finsbury Park, cuando no tenía más de dos años, y sembró en ella una obsesión por la música pop que nunca la abandonó.
En 2003, a los 14, grabó algunos demos. Un compañero los subió a MySpace y comenzaron a llegarle correos de sellos discográficos. “Le dije a mi guitarrista, Ben, que me acompañara a mi primera reunión con XL Recordings”. XL, descubrieron, tenía a los White Stripes entre sus artistas, y también quería a Adele. “Ahí nos dio la locura.”
Pero Adele nunca había logrado llegar al número uno en el chart de álbumes de los Estados Unidos y afianzarse en la conciencia cultural. En el período de inactividad posterior a 19, Lady Gaga se convirtió en la reina del pop; Katy Perry le hizo creer al público mundial que podía cantar; Florence Welch y La Roux pasaron a ser las últimas pelirrojas británicas en conquistar los corazones estadounidenses. La aparición de Adele en el programa de TV de David Letterman tuvo como misión recordarle a un país su voz merecedora de un Grammy.
Tras la entrevista con Letterman, Adele dio un pequeño recital en el teatro Ed Sullivan para sus fans locales. A la semana siguiente del recital, su álbum fue directo al número uno del chart americano. A las puertas del teatro Ed Sullivan, acampando sobre la nieve, dos filas de paparazzi la esperaban para sacarle una foto.
Tanto su single como su álbum estuvieron firmes al tope del ránking a la semana siguiente y después siguieron allí durante todo otro mes, certificando el nuevo status de Adele en la música británica y llevando al mandamás de la Official Chart Company a decir: “Estamos viendo el nacimiento de una superestrella.” Algunos se atreven a correr la voz de que es la única artista viva en el planeta en condiciones de igualar a Los Beatles. Y parece que tienen razón.