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Después de 37 años, se reencontraron con su mamá
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Después de 37 años, se reencontraron con su mamá
La increíble historia de dos gemelos santiagueños. Javier y Manuel son hijos de María Celia. A los tres meses, la mujer los entregó a un matrimonio. El viernes, conocieron a su madre y a su hermana mayor. “Nadie nos volverá a separar”, se juraron.
JUNTOS OTRA VEZ. MANUEL Y JAVIER (PARADO), JUNTO A SU PADRES ADOPTIVOS, Y SU MADRE MARIA CELIA PIÑERO.
El abrazo fue interminable, casi como los 37 años en los que no se habían visto. Madre e hijos se reencontraron tras una ausencia que duró una vida.
El viernes a la mañana, María Celia Piñero se reencontró con sus hijos, a los que había dado en adopción con apenas tres meses de vida. En el reencuentro, del que Clarín fue testigo, las caricias, las lágrimas, las emociones y las risas fueron el corolario de una larga ausencia que “no se va a repetir más, porque nadie nos va a separar. Más que nunca, siempre juntos”, dice uno de los hermanos.
La historia cuenta que Javier Antonio y Manuel Alejandro Barrionuevo, los gemelos de 37 años que habían sido dados en adopción al nacer, coronaron una exitosa búsqueda de su madre, María Celia Piñeiro (62), gracias a Facebook.
Habían nacido en Buenos Aires, pero su madre no los podía criar; a los tres meses los llevó a Añatuya y los dejó al cuidado de un matrimonio amigo. Nunca más apareció.
En reuniones familiares, en asados de amigos, en encuentros casuales con gente de Añatuya, el pueblo del sur santiagueño donde viven, siempre sobrevolaban las mismas preguntas: “¿Quién será nuestra madre? ¿Vivirá? ¿Querrá vernos? ¿Dónde estará?”.
Hace seis años, su madre adoptiva, Lidia Gómez, les dio su acta de nacimiento. Tocaron muchas puertas, viajaron a Buenos Aires, consultaron en el juzgado de Añatuya sin éxito. “También habíamos visto el programa ‘Gente que busca gente’, pero nunca tuvimos los medios para contactarnos”, se sincera la esposa de Javier.
“Siempre quisimos saber qué había pasado con nosotros”, cuenta Javier, mientras espera en la terminal de Colonia Dora, en la fría mañana del viernes.
Habían llegado él y su hermano Manuel con sus familias en una camioneta Ford F 100 que le prestó un amigo. Los 20 kilómetros que separan Añatuya de Colonia Dora se hicieron interminables. Entre mates, bajo la neblina y la llovizna, esperaron casi 3 horas, desde las 6.40 hasta las 9.
María Celia bajó junto a su hija mayor, María Cristina, de 41 años. A ella también la había dado en adopción a los dos años y la recuperó a los 23 (ver aparte). Los cuatro se abrazaron y besaron casi con desesperación.
Atrás quedaban años de búsqueda. Las cosas habían comenzado a aclararse hace poco más de dos meses, cuando Rodolfo González, un joven abogado de Añatuya “patrón” de la esposa de Manuel, logró ubicar por Facebook a la madre de los gemelos. Indagó, escribió e imprimió fotos hasta cerciorarse de que se trataba de la mujer que buscaban.
Mandó esas fotos a Buenos Aires, para que Luis Miranda, un hermano adoptivo de los gemelos, fuera hasta el hospital municipal Raúl Larcade, en San Miguel, donde la mujer trabaja como mucama. La primera vez no la encontró, “pero dejó su teléfono y mi madre después lo l+amó y le dijo que nos quería ver”.
“Ese mismo día me llamó; ni me acuerdo qué me dijo, pero yo le acepté todo, fue una linda conversación; ahora nos mandamos mensajes y ella me dice: ‘Hola negrito’”, cuenta Manuel, emocionado y orgulloso.
Martín Miranda (81) y Lidia Gómez (75), los padres adoptivos, los criaron con mucho esfuerzo y siempre “nos instaron a buscar a nuestra madre, por eso les estamos eternamente agradecidos”, dice Manuel.
Martín es un obrero rural y Lidia hacía pan casero y rosquetes y “salía a vender en la zorra (carro tirado por un caballo). Así nos criaron, con mucho sacrificio”. Hoy ambos viven de una pensión magra, pero sus hijos los ayudan.
Desde chicos, los hermanos aprendieron a ganarse la vida en oficios varios. Apenas un tiempo después de terminar la secundaria, Javier y Manuel se fueron a Buenos Aires. Javier trabajaba en una fábrica de empapelados junto a un tío y Manuel hacía changas. Y en la Capital, ya habían empezado a buscar, sin éxito, a su mamá biológica. A los dos años, volvieron a Añatuya. Hoy, Javier tiene su propia verdulería y Manuel trabaja para “la competencia”: es empleado de otra verdulería del barrio.
Los hermanos, a su vez, se casaron con las hermanas Barranca, que vivían casa de por medio. Javier y Roxana tienen dos hijos (Belén, de 14, y Hugo Martín, de 6). Y Manuel y Silvia tienen tres hijas: Rocío Alejandra (14), Vanesa Analía (12) y Daniela Beatriz (10). Sus mujeres fueron el pilar fundamental para que los gemelos encontraran a su madre, ya que Silvia, que trabaja en la casa del abogado González, “robaba” 15 minutos de Internet por día a su patrón para meterse en Facebook. Al abogado, dicen los cuatro, le estarán “siempre agradecidos”.
Ahora, los gemelos y su madre hacen planes: María Celia piensa pasar las vacaciones de julio en Añatuya y desafía al impiadoso calor santiagueño: “Creo que voy a venir en febrero”. Por lo pronto, el domingo ya disfrutaron de un gigantesco asado con toda familia, en el patio de tierra de la humilde vivienda de Javier.
Fuente: Clarin.
JUNTOS OTRA VEZ. MANUEL Y JAVIER (PARADO), JUNTO A SU PADRES ADOPTIVOS, Y SU MADRE MARIA CELIA PIÑERO.
El abrazo fue interminable, casi como los 37 años en los que no se habían visto. Madre e hijos se reencontraron tras una ausencia que duró una vida.
El viernes a la mañana, María Celia Piñero se reencontró con sus hijos, a los que había dado en adopción con apenas tres meses de vida. En el reencuentro, del que Clarín fue testigo, las caricias, las lágrimas, las emociones y las risas fueron el corolario de una larga ausencia que “no se va a repetir más, porque nadie nos va a separar. Más que nunca, siempre juntos”, dice uno de los hermanos.
La historia cuenta que Javier Antonio y Manuel Alejandro Barrionuevo, los gemelos de 37 años que habían sido dados en adopción al nacer, coronaron una exitosa búsqueda de su madre, María Celia Piñeiro (62), gracias a Facebook.
Habían nacido en Buenos Aires, pero su madre no los podía criar; a los tres meses los llevó a Añatuya y los dejó al cuidado de un matrimonio amigo. Nunca más apareció.
En reuniones familiares, en asados de amigos, en encuentros casuales con gente de Añatuya, el pueblo del sur santiagueño donde viven, siempre sobrevolaban las mismas preguntas: “¿Quién será nuestra madre? ¿Vivirá? ¿Querrá vernos? ¿Dónde estará?”.
Hace seis años, su madre adoptiva, Lidia Gómez, les dio su acta de nacimiento. Tocaron muchas puertas, viajaron a Buenos Aires, consultaron en el juzgado de Añatuya sin éxito. “También habíamos visto el programa ‘Gente que busca gente’, pero nunca tuvimos los medios para contactarnos”, se sincera la esposa de Javier.
“Siempre quisimos saber qué había pasado con nosotros”, cuenta Javier, mientras espera en la terminal de Colonia Dora, en la fría mañana del viernes.
Habían llegado él y su hermano Manuel con sus familias en una camioneta Ford F 100 que le prestó un amigo. Los 20 kilómetros que separan Añatuya de Colonia Dora se hicieron interminables. Entre mates, bajo la neblina y la llovizna, esperaron casi 3 horas, desde las 6.40 hasta las 9.
María Celia bajó junto a su hija mayor, María Cristina, de 41 años. A ella también la había dado en adopción a los dos años y la recuperó a los 23 (ver aparte). Los cuatro se abrazaron y besaron casi con desesperación.
Atrás quedaban años de búsqueda. Las cosas habían comenzado a aclararse hace poco más de dos meses, cuando Rodolfo González, un joven abogado de Añatuya “patrón” de la esposa de Manuel, logró ubicar por Facebook a la madre de los gemelos. Indagó, escribió e imprimió fotos hasta cerciorarse de que se trataba de la mujer que buscaban.
Mandó esas fotos a Buenos Aires, para que Luis Miranda, un hermano adoptivo de los gemelos, fuera hasta el hospital municipal Raúl Larcade, en San Miguel, donde la mujer trabaja como mucama. La primera vez no la encontró, “pero dejó su teléfono y mi madre después lo l+amó y le dijo que nos quería ver”.
“Ese mismo día me llamó; ni me acuerdo qué me dijo, pero yo le acepté todo, fue una linda conversación; ahora nos mandamos mensajes y ella me dice: ‘Hola negrito’”, cuenta Manuel, emocionado y orgulloso.
Martín Miranda (81) y Lidia Gómez (75), los padres adoptivos, los criaron con mucho esfuerzo y siempre “nos instaron a buscar a nuestra madre, por eso les estamos eternamente agradecidos”, dice Manuel.
Martín es un obrero rural y Lidia hacía pan casero y rosquetes y “salía a vender en la zorra (carro tirado por un caballo). Así nos criaron, con mucho sacrificio”. Hoy ambos viven de una pensión magra, pero sus hijos los ayudan.
Desde chicos, los hermanos aprendieron a ganarse la vida en oficios varios. Apenas un tiempo después de terminar la secundaria, Javier y Manuel se fueron a Buenos Aires. Javier trabajaba en una fábrica de empapelados junto a un tío y Manuel hacía changas. Y en la Capital, ya habían empezado a buscar, sin éxito, a su mamá biológica. A los dos años, volvieron a Añatuya. Hoy, Javier tiene su propia verdulería y Manuel trabaja para “la competencia”: es empleado de otra verdulería del barrio.
Los hermanos, a su vez, se casaron con las hermanas Barranca, que vivían casa de por medio. Javier y Roxana tienen dos hijos (Belén, de 14, y Hugo Martín, de 6). Y Manuel y Silvia tienen tres hijas: Rocío Alejandra (14), Vanesa Analía (12) y Daniela Beatriz (10). Sus mujeres fueron el pilar fundamental para que los gemelos encontraran a su madre, ya que Silvia, que trabaja en la casa del abogado González, “robaba” 15 minutos de Internet por día a su patrón para meterse en Facebook. Al abogado, dicen los cuatro, le estarán “siempre agradecidos”.
Ahora, los gemelos y su madre hacen planes: María Celia piensa pasar las vacaciones de julio en Añatuya y desafía al impiadoso calor santiagueño: “Creo que voy a venir en febrero”. Por lo pronto, el domingo ya disfrutaron de un gigantesco asado con toda familia, en el patio de tierra de la humilde vivienda de Javier.
Fuente: Clarin.
sabrina torres- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 08/04/2011
Re: Después de 37 años, se reencontraron con su mamá
hayyy q emotivooo
erica82- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 07/04/2011
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