Ahora llega la hora de los libros y sus contenidos

Que la Feria excede al libro es de una obviedad incalificable. Lo ha hecho siempre, pero sobre todo en la última década. Es cierto que todo gira en torno a ese pequeño y significativo universo de palabras escritas y leidas con parejos o desparejos entusiasmos, y sin embargo no todo lo que reluce es oro. Hay actividades paralelas, juegos para chicos, encuentros de músicos o artistas plásticos, bares y expositores que ponen toda la carne en el asador porque saben que más de un millón de personas pispearán sus libros en los días venideros. La antinomia de una feria del libro “seria” o una muestra “shopping” ya está pasada de moda. Es lo que es y cada uno toma de ella lo que quiere. Los que buscan diversión y compras compulsivas, lo tienen.

Los que rastrean el espacio de una charla para reflexionar, de una mesa redonda para debatir, o de la presentación de un libro por el gusto de tener un mano a mano con el autor, también. Esa es virtud de la exposición: la diversidad. Nadie (y eso no sólo lo decía, sino que lo aconsejaba Borges) puede obligar a nadie a leer nada. Muchos grandes lectores se han hecho gracias al contacto con el libro como objeto, y eso sí lo da la muestra. Y muchos con el entusiasmo despertado por conocer al autor personalmente. Centenares del país y del extranjero (desde Vargas Llosa a Margo Glantz, de Jorge Edwards a Rosa Montero, y muchos más) caminarán por las calles de la muestra en estos días que se vienen. Cada visitante tendrá su oportunidad para aprovechar la ocasión.

Fuente Diario La Razon