Guido Kaczka: "Hoy estoy muy bien"

Entrevista Comienza “Bariló, a todo o nada” Esta tarde, a las 18.30, por El Trece. Allí, los estudiantes secundarios podrán ganar un viaje de egresados y sus familiares, otros premios. Y habla de su separación.


GUIDO KACZKA: "HOY ESTOY MUY BIEN"

Con 33 años, Guido Kaczka pasó casi 30 en la televisión. Apenas iba al jardín de infantes cuando se coló junto a sus hermanos mayores en las grabaciones de Pelito , por El Trece. Ahora vuelve al mismo canal, pero como conductor de Bariló, a todo o nada (el ciclo que desde 2005 se llamó El último pasajero ) y ofrece a los adolescentes la posibilidad de ganarse el mítico viaje de egresados a Bariloche. Desde hoy, irá de lunes a viernes a las 18.30.

Una vez más, además de conducir, sos parte de la producción. ¿Te gusta estar de los dos lados? Sí, es una manera de sostener el espíritu del programa. Me gusta conducir un ciclo en el que a mí me gustaría jugar si fuera espectador. Es parte de mi relación con la tele; estudié Imagen y Sonido; me gusta combinar las dos cosas.

El programa pasó de ser semanal a tener formato diario. ¿Eso te cambia la perspectiva? Sí, es un desafío y me motiva que sea diario. Me va a ubicar en otro lugar, con la adrenalina de estar en vivo. Me pone contento la vuelta.

¿Cambiar de pantalla (de Telefe a El Trece), ¿significa algo? En general, siempre que voy a los canales no siento que entro a un lugar a laburar. Yo empecé con 4 años en Pelito , después, a los 6, estaba en un programa con Juan Carlos Mareco. Los estudios son parte de mi vida. Toda mi infancia, hasta los 14, estuve en El Trece y después, la adolescencia fue en Telefe. Muchos técnicos me vieron crecer. Es recontra afectivo lo que me pasa, por eso me encanta.

Te va a tocar competir en el mismo horario con Julián Weich (que vuelve el lunes con “Justo a tiempo”, por Telefe), tu ex compañero de elenco en “Clave de Sol”. ¿Cómo lo sentís? Está buenísimo. El otro día, un amigo estaba organizando una fiesta ochentosa y encontró un álbum de figuritas de Clave de Sol y en una, yo estaba a upa de Julián. Fue muy loco. Además, hicimos teatro juntos, y ahora nos toca esto. Yo lo respeto como conductor y como persona y me gusta que los dos compitamos con programas de juegos. En eso creo que coincidimos los dos. Está bueno que haya programas como estos, de verdad lúdicos, en la tele. No es un rubro fácil.

El estudio se va a llenar de unas 200 personas por día ¿No te abruma conducir frente a tanto público? Estoy acostumbrado y me encanta. Cuando hay poca gente me cuesta más, en la multitud te perdés un poco. Y me entusiasma que ahora el ciclo tenga una propuesta más integradora, para toda la familia. Porque además de los chicos que van a competir por el viaje de egresados, los van a acompañar los familiares que van a competir por 100 mil pesos, otros viajes, autos, electrodomésticos. Si el equipo arranca el micro, se llevan todo. O pierden todo. Si ninguno gana, vuelven al otro día. Se van a matar, los grandes y los chicos (risas). Se va a acentuar ese espíritu colectivo que tiene la adolescencia. Los participantes le ponen mucha energía y onda porque es el final de una etapa. El canto de Bariló, Bariló nació de los pibes, no hay modo de cambiarlo, se arma solo. Ahora ya me identifica y me divierte.

¿Abandonaste la actuación? Creo que si apareciera algo que me interesara me encantaría volver a actuar. Pero este tipo de conducción tiene algo de actuación, porque es armar todo desde la nada, es algo lúdico.

En la conducción, ¿te identificás con el estilo de alguno de los conductores más conocidos? De chico decía que quería ser como Mareco, era un genio. Soy muy observador y siento que incorporo cosas de todos, nunca sabés qué estás tomando de cada uno. Además, el estilo se va formando dentro de un contexto. Y hoy, todos los conductores nos vamos adaptando al contexto que impone la televisión actual; nadie escapa a eso.

Guido vivió un momento mediático incómodo el año pasado con la separación de Florencia Bertotti (ella empezó un romance con el actor Federico Amador). Hoy, superado el episodio, muestra orgulloso, la foto de su hijo, Romeo de 2 años. Y se anima a hablar del tema. “Ahora estoy muy bien. Sí, ya sé que es una respuesta espantosa”, se ríe. “La verdad es yo siempre preferí no hablar de mi privacidad ni en los buenos ni en los malos momentos. Cuando uno está bien le dan ganas de contarlo, pero después sabés que las reglas del juego, te van a llevar a lo otro, a contar cuando no querés. Entonces trato de ser coherente. Siempre tuve buena relación con los medios. No me molestan esas preguntas, por ejemplo, con mi separación. Yo entendía que me preguntaran. La cuestión es qué respondés. Y eso, en definitiva, es un detalle. Lo importante es la vida de uno, no si lo que decís sale en diez revistas, porque todo eso, pasa. Trato de resguardarme por respeto a mí y a mi entorno, sobre todo por mi hijo, porque lo que pase ya no sólo me afecta a mí”, cuenta Guido, con madurez y naturalidad. “No me gusta la pelea con los medios, creo que es la otra cara de la misma moneda. Pero cada uno hace lo que puede. Después de todo, esos momentos pasan. Y no es tan tremendo”. Y recuerda que hace poco vio una foto suya, de niño, en una revista y creyó que era Romeo. “Fue increíble verlo tan parecido, un flashazo tremendo”. Y eso es lo que queda.